Si la noche cayera
¿No te renuevas?
Un sentido sibilino evocado,
la obsesión por el misterio que recorre la noche en
harapos, ausente de sí o al menos tomada por lo que
no comprende,
es así que nos damos las manos,
la voz de Paula Cole en el concierto de Peter Gabriel,
en tus ojos, en tus ojos, me recuerdas que Nerval decía a
George Bell que se nutría de su propia esencia y no se renovaba.
Somos subversivos patéticos o lánguidos apasionados,
dopados por las comodidades del registro civil,
sudores enojosos, un devaneo cartesiano,
nada que nos eleve al supremo nivel de metáfora alguna.
¿A qué temes en tu paseo nocturno?
¿El drama de la noche será tan compacto voraz penetrante como la idea de que cruzas despierta delante de todos?
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Poeta, narradora y ensayista colombiana. Editora general de la revista Común Presencia y codirectora de
Inventario
Nada fue tuyo.
Sólo imaginaste una casa y la luna.
El fuego vacilante de la llama.
La mensajera noche
alta en la soledad de tus estrellas.
La sombra perfecta y fiel dictando
el paso de las constelaciones.
La música del agua...
Ahora lo sabes.
Palidecen las manos.
Miras el tiempo de tu cuerpo,
el tiempo de los ríos,
el tiempo de las ruinas.
Basta que quisieras dormir
sin pronunciar la última palabra.
Que sólo desearas
ya no mirar y desatar los brazos.
Sólo eso bastaría...
Pero no sabes cómo.
Argentina 1946. Ha publicado, los libros de poesía El espejo de fuego (1968), La lámpara en la lluvia (1971), Generación terrestre (1974), Versión de la materia (1982), Campo de prueba (1985), Teorema natural (1991), Baniano (1995), Nunca (2001), Libro de Egipto (2002), Línea de fuga (2004), Bambú (2004) y El Amanecido (2005). Ha recibido premios nacionales e internacionales y su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, sueco y ruso. De su cuento “La redada” se filmó el largometraje homónimo, dirigido por Rolando Pardo.
Poeta, trotamundos, cuenta cuentos, titiritero de oficio y convicción.
Su inquieta personalidad le ha llevado a recorrer múltiples ciudades europeas, latinoamericanas e incluso hasta Asia y a verter en luminosos versos sus impresiones vitales. Alma universal afincada en sus raíces latinas, los versos de Castilla están inspirados en las historias familiares, porque ha mantenido su visión, al modo de las grandes armonías, con esas figuras emplumadas de amor y de fantasmas melódicos, en una comprensión profunda de sobreviviente.
Sobre la perfección
La paloma perfecta
desciende a la basura
sobre las tablas rotas el agua muerta
los plásticos torcidos
cuando toque tierra
tendrá la armonía de la basura
también estos residuos,
al llegar, tenían la belleza
del que todavía es amado
el diseño del mundo puede ser la circulación
de estos inactivos objetos
su inmortalidad –lo neutro-
eres tú y yo y el oxígeno solo
y el río que supone aparte
y cada muerto
la armonía no resiste
a una paloma sola.
Dando continuidad a la larga y rica tradición poética cubana, Reynaldo García Blanco enfrenta el hecho poético de un modo muy personal y donde desde sus ángulos y perspectivas, hace su contribución al enriquecimiento lírico en cuanto a la palabra destilada, hacia su más fina querencia en el compás de posibilidades abiertas ante el universo de la hoja en blanco. En Campos de belleza armada, retoma el diálogo entre la realidad y el recuerdo anunciado en País de hojaldre, “como forma de testimoniar el paso del hombre por la vida”. De esta manera aparecen llamados los grandes poetas – Roque Dalton, Nicanor Parra, Saint-John Perse, Lorca. De igual modo las musas, compañeros, hermanos de camino quizá donde surge ese siempre sugestivo intercambio con el poeta y con la eternidad.
Mi padre bebe té con bergamota y no sabe...
Mi padre bebe té con bergamota
y no sabe que febrero será el mes más cruel
Lo miro detenerse en esos círculos de sangre
en esa música de la orina
en la rauda caída de las estatuas.
Mi padre bebe té con bergamota
y hace mutis por el ácido
por las esferas azules que acomodo a sus pies
Yo también me asomo a esos abismos
y voy por sábanas limpias
y le digo adiós a las bestias
me acomodo en la heredad
en el azar.
Mi padre bebe té con bergamota
y no sabe que muy pronto el esparto
hará de las suyas encima de los huesos
y yo beberé un coñac a su memoria.
Salgo a caminar la ciudad
y todo es ámbar
todo es niebla
y por mi lado pasa un galán con enterradores
y quiero llorar por esa oscura vecindad.
Mi padre bebe té con bergamota
y palidece
me habla de los sótanos
me pide que le traiga cerezas de Santiago de Cuba
y yo pronuncio como un santo la palabra Adelfa.
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